El Ascensorista

Si hay algo bajo y oscuro en la naturaleza humana son los prejuicios. La sociedad y el sistema ha sido tan brutal en su avalancha cultural que juzgamos en el tribunal de nuestras cabezas día y noche,  a toda hora, a cada minuto y segundo de nuestra existencia. Se juzga por lo que se ve. No se indaga. Se presupone. Se concluye. Y ni siquiera lo hacemos por el criterio propio sino por el impuesto por quienes dirigen la sociedad. El prejuicio se ha hecho un reflejo más que una respuesta. Se ha convertido en una negación socialmemte endogámica. Zombie. Terrible.

¿Que tiempo pasa del sexto al primer piso? El suficiente para emanciparse.

En algún edificio de oficinas del centro de Barquisimeto estaba por diligencias contables. Este es un edificio cercano a los tribunales, lleno de bufetes y ejecutivos de traje. Habiendo terminado mis ocupaciones subí al ascensor de la izquierda, después de una mujer muy bien vestida y elegante que salía de una de las oficinas. Dentro del ascensor, nos preguntan a que piso vamos -Al primero, gracias- respondí, y de resto silencio. En un ascensor pequeño lleno de extraños nadie habla. De repente la mujer elegante, con expresión de sorpresa, pregunta al ascensorista –¿Ese libro es el de Carrillo Lugo?– a él, un señor mayor y de aspecto humilde, de jeans gastados y franela con el logo del condominio del edifcio, se le ilumina el rostro. Sonríe ampliamente mostrándonos el libro que lee y responde –Si doctora, es el de Carrillo Lugo– Ella le dice que Carrillo Lugo fue registrador subalterno de la ciudad y su profesor en la universidad. El ascensorista, le responde –Claro, lo sé. Este libro es de tipo humorístico que no de derecho o leyes. Es de sus vivencias en los tribunales. Como le explico… es del tipo de lírica de «Humor y Amor» de Aquiles Nazoa, aunque por supuesto nunca como Aquiles que es un grande. Más bien es parecido a la sátiras de de Miguel Otero Silva sabe? Como «Las Celestiales» por ejemplo, pero no tan exagerado como algún libro genial de Otrova Gomas– y contento por dejar atrás el «¿a que piso va?» y poder hablar de sus gustos literarios, continuó –Luis Britto tiene sus pasajes de humor, Roberto Malaver es muy incisivo y Márquez medio academicista, pero me gusta también… Metido en este ascensor me paso los días leyendo– y se ríe, mientras las puertas del ascensor se abren y con una amabilidad tierna nos desea un buen día a todos.

Ya caminando hacia la calle, la mujer elegante me dice –Pensaba que leía la gaceta hípica todos los días– a lo cual solo atiné a responder, complacido y feliz –A veces sale un sabio y nos sorprende

Luis Ruiz

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